Para lanzar un nuevo producto, analizas el mercado. Para ajustar los precios, miras los márgenes de beneficio. Para optimizar tus ventas, mides cada paso del funnel de conversión. Usas datos para cada decisión crítica de negocio. Pero, ¿qué pasa cuando se trata de tu equipo?
Demasiado a menudo, la gestión de personas se relega al terreno de la intuición: "creo que el equipo está bien", "me parece que Fulanito está desmotivado", "tengo la sensación de que necesitamos contratar a alguien".
Liderar desde la evidencia significa aplicar el mismo rigor analítico que usas en finanzas o marketing a tu activo más importante: tu talento.
De la corazonada al dato accionable
Pasar de la intuición a la evidencia no significa deshumanizar la gestión, sino todo lo contrario. Significa tener la información correcta para poder tomar mejores decisiones y tener conversaciones más efectivas. Aquí tienes tres ejemplos prácticos:
- Medir el clima: En lugar de esperar a la encuesta anual, implementa encuestas de pulso breves y frecuentes. Te darán una visión en tiempo real de la moral del equipo y te permitirán actuar antes de que un pequeño problema se convierta en una crisis.
- Analizar la rotación: No te quedes en el número. Profundiza: ¿Quién se va? ¿De qué departamento? ¿Cuánto tiempo llevaban? ¿Cuál era su nivel de desempeño? ¿Qué managers tienen mayor tasa de rotación? Las respuestas a estas preguntas son oro puro.
- Usar el eNPS (Employee Net Promoter Score): Con una sola pregunta ("En una escala de 0 a 10, ¿qué probabilidad hay de que recomiendes trabajar aquí a un amigo?"), puedes obtener un indicador potente de la salud de tu marca empleadora y del compromiso general.
Los datos no eliminan el factor humano. Al contrario: te dan el mapa para saber dónde debes sentarte a hablar, qué preguntas hacer y qué problemas necesitan tu atención de forma urgente. Te permiten enfocar tus conversaciones y acciones donde realmente importan, transformando a los managers en líderes más conscientes y estratégicos.